25 noviembre 2005

Los sentimientos

Una isla, donde vivían todos los sentimientos, la Alegría, la Tristeza, la Vanidad, la Sabiduría, el Amor... y otros mas.
Un día le avisaron a los moradores de la isla que ella iba ser inundada. Asustado, el Amor trato y cuido de que todos los sentimientos se salvaran...Les dijo:- Huyan todos, la isla va a ser inundada!. Todos corrieron y tomaron sus botes, para ir al monte mas alto. Pero el Amor no se apuro, el quería estar un poco mas con su isla...cuando estaba casi ahogándose, corrió para pedir ayuda...En ese momento pasaba la Riqueza y le dijo:- Riqueza me llevas contigo?- No puedo Amor, mi barco está lleno de plata y oro, no tengo espacio.Entonces paso la Vanidad. Y el amor le pidió:- Vanidad, me llevas contigo?- No puedo, vas a ensuciar mi barco nuevo.Después paso la Tristeza:- Tristeza, puedo ir contigo?- Lo siento Amor, estoy tan triste que prefiero ir solo.Luego paso la Alegría, pero estaba tan alegre que no escucho el llamado del Amor...ya desesperado, y viendo que iba a quedarse solo, el Amor comenzó a llorar, entonces paso un bote con un viejito, y le dijo:
- Sube Amor, te llevo.El Amor estaba tan feliz que hasta se olvido de preguntarle el nombre. Llegado a la cima del monte, le pregunto a la Sabiduría quien era el viejito que lo llevo hasta allí. Y ella le dijo:
- Amor, fue el Tiempo.- El Tiempo? Pero porque solo el Tiempo me pudo traer aquí?Y la Sabiduría le respondió:- Porque solo el Tiempo es capaz de entender un gran Amor.

Las tres rejas

-El joven discípulo de un sabio filósofo llega a casa de éste y le dice: Oye, maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...
-¡Espera! -lo interrumpe el filósofo-. ¿Ya has hecho pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?-No. Lo oí comentar a unos vecinos.-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario...
-¡Ah, vaya!
-La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?-A decir verdad, no.
-Entonces -dijo el sabio sonriendo-, si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, enterrémoslo en el olvido.

24 noviembre 2005

La tristeza y la furia

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta. En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...
Había una vez un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos entraron al estanque. La furia, apurada, como siempre esta la furia, urgida, sin saber por qué, se bañó rápidamente y mas rápidamente aún, salió del agua...
Pero la furia es ciega, o por lo menos no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro, o mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo, con pereza y lentamente, salió del estanque.
En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.

(Jorge Bucay)

El maestro

El maestro sufí contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...-Maestro -lo encaró uno de ellos una tarde-. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...-Pido perdón por eso -se disculpó el maestro-. Permíteme que en señal de reparación te invite a un rico melocotón.-Gracias, maestro -respondió halagado el discípulo.-Quisiera, para agasajarte, pelar tu melocotón yo mismo. ¿Me lo permites?-Sí, muchas gracias -dijo el alumno.-¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que sea más fácil comerlo?-Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu generosidad, maestro...-No es un abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte... Permíteme también que lo mastique antes de dártelo...-No, maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! -se quejó sorprendido el discípulo.El maestro hizo una pausa.-Si yo os explicara el sentido de cada cuento, sería como daros a comer una fruta masticada.

23 noviembre 2005

Loco amor


Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez , la locura, como siempre tan loca, les propuso : Vamos a jugar a los escondidos? la intriga levantó la ceja y la curiosidad, sin poder contenerse preguntó: A los escondidos?... ¿y cómo es eso?
Es un juego - explicó la locura, en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta diez, mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, al primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego. el entusiasmo bailó secundado por la euforia, y la alegria dió tantos saltos que terminó por convencer a la duda, e incluso a la apatía, a la que nunca le interasaba nada. Pero no todos quisieron participar, la verdad prefirió no esconderse.¿Para qué?, si siempre la encontraban, y la soberbia opinó que era un juego muy tonto, (pero en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la cobardía prefirio no arriesgarse...
Uno, dos, tres, cuatro... comenzó a contar la locura. La primera en esconderse fué la pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino, la fe subió al cielo, la envidia se escondió tras la sombra del triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del arbol mas alto. La generocidad casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que encontraba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos:
Que un lago cristalino? ideal para la belleza; Que la rendija de un arbol? perfecto para la timidez; Que el vuelo de la mariposa? lo mejor para la voluptuocidad; Que si una rafaga de viento? magnifico para la libertad; Así terminó por ocultarse en un rayito de sol. El egoismo en cambio encontro un sitio muy bueno desde el principio, ventilado y cómodo, pero sólo para él. La mentira se escondió en el fondo de los oceanos (mentira!), en realidad se escondió detrás del arcoiris), y la pasión y el deseo en el centro de los volcanes. El olvido... se me olvidó donde se escondió, jeje... pero eso no es lo importante.
Cuando la locura contaba 7, 8, 9..., el amor aún no encontraba donde esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ DIEZ !!!!!!!!!!!!! Contó la locura -y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la pereza, sólo a tres pasos de una piedra. Después se escuchó la fe, discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, a la pasión y el deseo los sintió en el vibrar de los volcanes, en un descuido encontró a la envidia y claro, pudo deducir donde estaba el triunfo. A el egoismo no tuvo que buscarlo, el solito salió disparado de su escondite, que había resultado un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la belleza, y con la duda resultó más fácil todavia, pues la encontró sentada en una cerca sin decidir aún de que lado esconderse. Así fué encontrando a todos, a el talento entre la hierba fresca, a la angustia en una obscura cueva, a la mentira detrás del arcoiris...(mentira!!, si ella estaba en el fondo de los oceanos) y hasta el olvido... que ya se le habia olvidado a que estaba jugando , pero sólo el amor no aparecía por ningún sitio, la locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando estaba a punto de darse por vencida, divisó un rosal, tomó una ramita y comenzó a mover las rosas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó, las espinas habían herido los ojos al amor, la locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo. Desde entonces; desde que por primera vez se jugó a los escondidos en la tierra: el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.